De mi piel ahora lo se todo, empece a platicar con ella y a sentirla desde el día que mi primo Mauro me dijo.
_ A poco nunca te has masturbado?.
_ Eso es de hombres _ le dije más que escandalizada, porque las señorita pecan solo de pensarlo.
_ Que tonta eres eso no tiene nada que ver con ser hombre, mujer o señorita, eso te lo pide lo que vive al final de tu entrepierna, tú decides si lo tocas, si tu dedo juega con el ó permites que se empolve.
Sola en mi cuarto no dejaba de pensar en esas palabras y deseaba que la noche llegara para poder tocar cada una de las partes, que hablaban con mis manos, bastaba un pequeño roce, un mensaje lento para que el cuerpo comenzara su dialogo con el placer, doblegando a la razón y al prejuicio, solo por un momento, porque ahí estaban esos dos guardianes fieles a todas las enseñanzas infantiles, ahora adolescentes, castigando mi respiración alucinada y mi cuerpo entrecortado, tiñendo de vergüenza las sabanas de mi cama.
Mi cuerpo no se resignaba y noche a noche me convencía de no ser lo suficientemente mala como para ir cediendo milímetros de piel al deseo. Una de tantas noche mi mano encontró un bebedero de placer, donde pude mojarme las manos y sumergirme en cielos llenos de fuego y tormentas eléctricas, regrese hecha polvo, satisfecha y arrepentida.
A los 16 años, enamorada del amor y con una piel que ardía, conocí a Joaquin, el hombre que durante un año, mantuvo mis hormonas de cabeza, lo ame intensamente, jugamos a ser una pareja que se conquista, explorandonos con manos temerosas a través de la ropa que cubría nuestros cuerpos y nuestros miedos, bajo playeras, pantalones, vestidos, calzones y brasieres que nunca desaparecían siendo testigos de las olas internas nunca desbordadas, por eso al llegar a casa, en mi cuarto y con las cortinas del color de la noche, desahogaba mi furia contenida y sólo ahí mi cuerpo dejaba de doler, mis pezones descansaban y mi sexo vaciaba todo el deseo acumulado en la profundidad del pozo que Joaquin llenaba, me lo imaginaba en su casa haciendo lo mismo los dos tocandonos y aliviandonos a distancia, con los ojos de cada quien llenos del otro.
Joaquin salió de mi vida como sale todo lo que no es para siempre, mientras yo, ya no podía ser la misma él me había regalado la dicha que da el saber que existen chispas que provocan incendios, y empece a tomar conciencia de un cuerpo que no solo servia para contenerme, un cuerpo indiferente a las palabras, porque su lenguaje es otro y requiere de los oídos de la piel despojados de las historias contadas; que se debe ser recatada, que no se esta permitido gozar si no estas casada, que los hombres quieren esposas vírgenes y novias fáciles, que solo hay que entregarse por amor.
Y empece a pensar y a sentir por mi cuenta.
Mi primera vez llegó acompañada de temor y desazón, un momento forzado, lleno de calor, el sonido de una cuerda tensa que se rompe y después la mancha de una virginidad perdida, nada extraordinario.
A Alberto lo conocí desde que era una niña, fuimos vecinos, jugamos juntos y nos enamoramos a destiempo, el siempre y yo mucho después. Durante 1 año Alberto y yo deshicimos muchas camas, las mismas posturas, los mismo besos que desataban llamaradas, pero nada de juegos pirotécnicos, llegue a convencerme que no debía esperar más.
Una relación basada en el apego, en la lastima. Alberto tenia una enfermedad crónica que le atormentaba la vida y de paso la mía, asfixiando mis días.
Un viaje al extranjero puso distancia de por medio facilitando lo que a su lado nunca pudo ser, y salí del hoyo del que ya quedaba poco aire respirando grandes bocanadas, y sintiendo lo que deben de sentir las serpientes cuando mudan de piel.
Y mientras yo seguía esperando al príncipe rojo que sembrara en mi vida la pasión que presentía existía, porque son cosas que se saben antes de nacer, y yo las quería para mi.
Con el hombre que me case tuve mi primer orgasmo, sin embargo nuestros cuerpos nunca se dieron plenamente, yo todavía tenia la cabeza y la piel llena de tatuajes que no me dejaban sentir plenamente.
Después de 3 años de casados me embarace, pensar en ser madre fue como una prolongación natural de mi vida, que hasta ese momento cumplía con las expectativas que siempre planeé. El tiempo iba pasando y yo cada vez mas consciente del ser que me iba habitando, recorriendo espacio, acelerando el ritmo de mi sangre, alborotando mis hormonas, desojandome para dejar mis pedazos tirados y poder así verlos fuera de mi y sentir el despojo de todo egoísmo, toda desvestida de amor, lanzando al aire plegarias para que este niño naciera sano y pudiera alimentarlo con la leche de mis pechos y verlo crecer, y comermelo a besos, y mi cuerpo se abrió feliz y le di mil veces las gracias por dejarme sentir ese dolor que me desgarro y que a él le dio la vida. A partir de ese momento siempre juntas.
Paco nunca lo entendió, el amor de padre para él, era sentido de manera muy diferente, siempre con el ego antepuesto. Mucho tiempo después, quiso identificarse con esta vida, sin embargo nosotras ya estábamos lejos. Fueron 6 años de intentar ser una familia, hasta que decidimos separarnos porque el ya tenia los ojos y el alma puestos en otra mujer. Fui yo la que se quedó con todo los recuerdos, Cony es el presente de esa vida que alguna vez tuvimos en común, es lo que nos mantiene y nos mantendrá comunicados.
Con el tiempo seguía reconociendo mi voz pero no su acento. La piel se muda como se mudan los recuerdos, los pensamientos, los amores y los deseos y prometí escucharla y darle la felicidad, porque solo a través de ella llegaría a perderme en el delirio de lo que vive al final de mi entrepierna.
Hoy conozco el olor de otra piel que todas las noches platica con la mía, juntas han llegado a arder, solo para desaparecer en vapor al mismo tiempo y en un mismo jadeo, para encontrarse mas allá del tacto donde abunda un silencio que sabe a dolor y a muerte para resucitar llenos de un amor gozoso, pesado, que nutre.
He vuelto a ser madre y mi cuerpo feliz se ha abierto otra vez para recibir a un ser que fue en un principio deseo.
De mi piel ahora lo se todo, porque ella me hablo y yo no hice oídos sordos.
jeje , pense que tenia algo que ver con la pelicula del Almodovar,jajaj.... tuve mis pausas al leer,me gusto, lo comentamos luego un beso
ResponderEliminarMich
Muchos recuerdos María....hablaba de uno de ellos el fin de semana justamente, el de la enfermedad crónica....besos, te quiero
ResponderEliminar