lunes, 2 de abril de 2012

Trapitos al sol

Como es cansado guardar un secreto que se refugia en la lengua y amenaza siempre con salir. Lupe lo sabe mejor que nadie, y todos sigue creyendo en la persona que ella refleja, en ese ser virginal tocado por la voluntad de un Dios que le quito la vista de un ojo cuando apenas era una niña.

Mamá grande realmente fue su madre, por que quien la parió, la abandonó con el pretexto de no tener paciencia para una niña tuerta.

Mamá grande le dio gracias a Dios de que Lupe por lo menos tuviera un ojo para ver y encomendó a su nieta con la Virgen de los Lagos, le ofreció como manda que la niña llevaría puesto su ropaje todos los días hasta que cumpliera los doce años.

Mamá grande murió antes que la niña alcanzara esa edad, Lupe vio su niñez, su juventud y ahora su vejez envuelta en los pliegues de una devoción y una manda que le queda grande, y con un final que desconoce.

Lupe se enteró de la venida del Papa a León Gto., como se enteró todo el mundo. La televisión disparó la noticia hiriendola justo en el corazón para abrirle orificios que ahora están rellenos de esperanza.

Fue entonces cuando se dio cuenta de su poder, ¿ Cuantas noches rezó con fervor?, cuantas veces le pido a Dios tener la oportunidad de ver frente a frente al Papa Benedicto XVI, cuantos kilos de galletas horneo, para venderlas y poder pagar un boleto de avión a Roma y visitar la plaza de San Pedro, ahí el Papa desde su balcón en la misa del domingo la miraría directamente a su único ojo, a ella que es "el fruto del pensamiento de Dios querido, amado y necesario", porque esas fueron las palabras de el Papa cuando lo vio en la televisión y le llenó de ilusión el ojo vacío y el otro el que si ve lo limpio de la amargura con la que veía.

Lupe había sido sorprendida y alcanzada por la palabra de Dios al revelarle su intención de que por medio de ella se santificaría a Benedicto XVI, El le devolvería la vista de ese ojo extraviado. Quería un milagro y Dios a través del Papa se lo iba a dar. Con este discurso las galletas se vendían solas, todo el mundo quería ser participe de la canonización.

Los kilos de galletas recién horneados ahora servirían para alimentar a los niños de la calle, el dinero ya no era necesario, el Papa venia a ella.

El avión de Alitalia aterrizó en León a las 4:00 de la tarde, Lupe llevaba 8 horas haciendo valla a fuera del Colegio Miraflores que sería la residencia del Papa durante su visita a León. Los pies le dolían, no quería sentarse, podía perder su lugar, la cabeza comenzaba a retumbarle después de tantas horas de sol, su ropaje la hacia sudar copiosamente, el estomago no dejaba de rugir pidiendo alimento y para colmo la vejiga estaba a punto de rebelarse ante tanta represión.
Había tanto ruido, ( Benedicto ya se asoma, se siente su aroma, Benedicto hermano ya eres Mexicano, la juventud del Papa, suela, zapato y tacón, suela, zapato y tacón, Benedicto ya es de León.) y como coro el Cielito lindo.
Sin embargo; nada de esto era suficiente para doblegar la lluvia de emociones, que Bañaba su interior.

Ahí viene!! grita la gente, crece la expectativa, las porras se oyen con más fuerza , se agitan banderitas amarillas y blancas. Un remolino se desata en el alma de Lupe, rayos y truenos cargados de electricidad le ponen la piel de gallina para romper en un llanto impúdico acompañado de convulsiones que agitan su cuerpo.

Motos de la policía escoltan el papamóvil, su avance es lento, en el reducido habitáculo vidriado se sienta un pequeño anciano vestido de blanco, con la sonrisa a medias y el rostro cansado, agita el brazo de derecha a izquierda dando la bendición y es durante este movimiento sistemático que sus ojos recorren el mismo camino que los de Lupe para encontrarse en igual punto y sin atajos. El único ojo de Ella temblo de emoción, el ojo ausente ni se movió, los de El tenían sueño querían llegar a casa.

Horas de espera resumidas en un segundo de fe, este era su último recurso, ella quería un milagro y los milagros no existen. Ahora un silencio espeso la rodea, como espesa y amarga siente la boca, como muerto y pegado su ojo. Solo una sonrisa incompleta la delata.

Lupe regresa a casa vencida por la realidad pero con el corazón ligero, Benedicto se ha llevado su secreto, El le ha dicho que si.

Sigilosamente gira la llave en la cerradura, la puerta del ropero se abre, arrastra una silla, con torpeza se trepa en ella para alcanzar del entrepaño más alto una maleta, la jala del asa para aventarla sobre la cama, baja con dificultad de la silla, con manos temblorosas recorre el cierre de la valija, y saca desdoblado uno por uno los cientos de vestidos comprados a lo largo de tantos años con el dinero de las galletas vendidas, al principio pensó ir a Roma, después de mucho tiempo decidió que solo quería una señal para quitarse los ropajes de la Virgen de los Lagos, y hoy Benedicto VXI se la ha dado, no existen los milagros y un ojo ve más cosas que dos.

Mañana se pondrá el vestido azul, el de los vuelitos, el que dejo hace mucho de estar de moda, mañana se pintara los párpados de azul y el sol decidirá amanecer por primera vez solo para ella.

2 comentarios:

  1. Asi es hermana los milagros no existen como tal ...Lo que fue,eso sera, y lo que se hizo, eso se hara, no hay nada nuevo bajo el sol, depende de nuestro conocimiento de la realidad,...por lo menos Lupe abrio el ojo que le servia..me gusto
    Miche

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