Tu llamada me dejo el dolor de una voz quemada, hecha cenizas.
- El doctor me dijo que estoy deprimida, me receto antidepresivos.
- ¿Qué tienes te sientes mal?.
- ¿Sabes que es despertarse y no tener ganas de levantarse de la cama?, llorar porque el nudo que traes en la garganta te aprieta los ojos y no puedes recorrer la cortina de lágrimas que empaña la luz de un sol que ya no te sonríe porque a decidido no salir para ti.
- ¿Qué paso?, ¿Porqué estas así?.
- No se, después de los cuarenta la edad te cae encima, se vuelve pegajosa todo se amarga y te pisa la angustia de una vida que se fuga y te comprime como una pasa. Todo cambia ya nada parece igual. No se si es la tiroides, la menopausia o simplemente una tristeza que empalaga.
- Cuidate, lo que te esta sucediendo no es tan grave todas tus amigas estamos pasando por lo mismo, así es la vida, si nunca envejeciéramos no quisiéramos morir, ¿Quien se quiere morir joven?.
- Tienes razón, prometo poner de mi parte, esto que siento no se lo deseo a nadie.
Colgamos el teléfono, cada quien entretenida con sus pensamientos, los míos encargados en pensar con toda la fuerza de mi memoria en los años que llevamos de conocernos, en ser hermanas porque desde que éramos niñas decidimos dejar de ser amigas. En nuestras vidas entrelazadas, imantadas, difícilmente existen recuerdos donde Tú no aparezcas. Quisiera aliviarte con mi voz y curar con ella la tuya, pero la distancia no ayuda, el poder y el tono de las palabras no es suficiente, se necesita el abrazo que es el encargado de sostener un alma en vilo.
No he tenido noticias tuyas me alarma tu silencio, no contestas mis llamadas, es la tercera vez durante el día que intento comunicarme contigo, dejo que suene el teléfono hasta que oigo tu voz, sigue habiendo en ella restos de cenizas.
- Olga, ¿eres tu?, ¿Que tienes?.
- Tiene otra mujer, Pablo me esta engañando.
Un silencio helado nos separa, trato de articular las palabras pero estas exhalan en mi boca.
- Pero, ¿estas segura?, ¿te lo confeso?- le pregunto apenas con un hálito seco.
- No, pero lo escuche hablando por teléfono, diciendo te amo, al preguntarle a quien le hablaba no pudo enlazar palabra, tartamudeo, y con una voz pastosa solo atinó a decir incoherencias. Lo detesto Amiga, me ha herido en lo más profundo.
- Te entiendo, se como te sientes, conozco ese asombro que se convierte en tristeza para terminar en una rabia profunda, en unas ganas de apuñalar con palabras, de descargar golpes, de morder, de pisotear, de defender una felicidad que creías era tuya. Y entras en conciencia de que haz vivido un espejismo, y piensas ¿Cuántas veces me ha hecho el amor pensando en ella?, ¿Cuantas veces me beso, sin ser a mi a quien besaba?, y no sabes si es el orgullo o el amor el que mueve tu rencor. Y quieres morirte porque tu infelicidad es tan grande que a acabado con todo lo que te hacia ser tu misma.
No se que decisión vayas a tomar, eso solo tu lo sabes, te pido que no te precipites,
ruega que sea algo pasajero, que se aburra de ella, que te valore, que valore todo lo que juntos han construido. La infidelidad ataca la parte mas débil del alma, pero también es cierto que el corazón puede llenarse de capas, que te hacen la vida mas liviana.
Hace rato que soy yo la que habla y solo escucho tu llanto fuera de control, así estuvimos un buen rato, hasta que nos dijimos adiós solo con palabras porque nuestras almas querian seguir juntas.
Esa fue la ultima vez que hablamos y de eso ya tiene dos semanas, hoy Pablo me llamó por teléfono para preguntarme si estabas conmigo, dice que hace una semana que saliste de casa para no regresar, que te fuiste sin nada, sin ropa, sin auto y sin tus hijos, solo una nota de despedida: "el deseo ha tomado el mando". Le dije la verdad que no sabia nada de ti.
Hoy te vi, caminabas por la calle de la mano de una muchacha, las dos se veían felices de vez en cuanto acercaban sus rostros rozandose a penas los labios, sus cuerpos nimbados desprendían amor. Y fue cuando comprendí todo, tus meses de depresión, las ganas de platicarme un secreto que nunca llegue a conocer, porque siempre postergabas hablar de esa felicidad que te negabas y decías no era para ti. Ahora un simple empujón del destino casual o intencionado te ha hecho decidir.
Me viste y corriste hacia mi, nos abrazamos como dos niñas felices en una sola mujer.
Al separarnos tus ojos dijeron mil palabras, los míos no podían dejar de sonreír.
jeje... ay te van a dar tus coscorrones,jaja
ResponderEliminarMich
Ya María, que bien escribes...qué ocurrencias las tuyas....jajajaja
ResponderEliminarte quiero!!!!!
S
quise decir "Ay María", no "Ya María"!!!!
ResponderEliminar