La gravidez de las palabras
Pasaba mis dedos por ellos pensando que tanto debían decir para estar tan gordos, si solo eran pastas con hojas llenas de letras.
En el estudio de nuestra casa había un librero de pared a pared de piso a techo, un anaquel de estantes llenos de pensamientos encerrados en cajas de papel codificados con letras, un mundo de historias ajenas, que moría por descubrir.
Papá les tenia amor a los libros pero de diferente manera, él los atesoraba, le encantaba comprar y formar colecciones enteras, enciclopedias con grabados en el lomo que acomodados en orden alfabético formaban una culebra enorme. Libros de arte llenos de reproducciones fotográficas de pinturas, Gauguin, Modigliani, Picasso, Van Gogh, pasaba horas enteras, tratando de copiar mujeres de cuellos largos, indígenas desnudas rodeadas de vegetación en unas infantiles islas Polinesias, noches estrelladas, y girasoles inacabados, por que el tiempo que los abarcaba nunca dejaba de pasar. Van Gogh enajenado pintado un mundo que no podía parar.
Armada de acuarelas, hojas y pinceles se me iban las tardes, tratando de copiar esas obras maestras.
En tercero de primaria gane un concurso de pintura donde participaron varias escuelas del sector; un bosque lleno de venados, arboles, plantas, un río rodeado de montañas. Mis acuarelas lograron plasmar con sus colores, toda la belleza de una naturaleza viva, que yo tenia grabada en mis pupilas y en las yemas de los dedos.
Papá llegó a la casa con un regalo, "Maria" de Jorge Isaac, me enamore del amor, de las palabras y sobre todo de Jorge que sentía igual que yo, y de lo bien que lo supo explicar. Desde entonces no había cosa que me diera más placer que iniciar un libro, sentirlo en mis manos, leer cuando se escribió, el número de la edición, la biografía del autor, y al final acomodarme (no importaba en el lugar que fuera), a disfrutar, a leer sin parar, a devorar las emociones de otros, a amar, a morir, a sentir rabia, frustración, alegría desde la comodidad de mi cuerpo relajado y mis ojos hinchados de imágenes.
Leia todos los libros que aprisionaban mis manos, a veces no conocía el significado de las palabras sin embargo, las intuía, así como comprendía mensajes que no podía explicar. "Cien años de soledad", el titulo me atrapo, mis ojos infantiles, se llenaron de sus paginas, y viví semanas con una familia que repetía nombres, que estaba condenada a cien años de abandono, y que al final nació un niño con cola de cerdo, pero hecho con amor. Años después ya adulta volví a leerlo y me asombre de haber comprendido tanta magia disfraza de realidad, a tan corta edad.
Poco a poco el amor por los libros me fue entrando por todos los sentidos, para ser prisionera de mi propia pasión. Ya no solo eran las historias las que me quitaban el sueño, empece a atesorar palabras, a escuchar las reacciones que estas producían en mi cuerpo, las abrazaba, y bailaba con los sonidos que brotaban de ellas, y no dejaba de maravillarme de su elocuencia al reunir tanto en tan poco, de la belleza de sus combinaciones, de sus profundidades y abismos, de su forma de corazón y de cuchillo, de su poder embriagador que trastorna hasta la locura, hasta la muerte lenta o fulminante de una verdad o de una mentira que desgarra cuando se lee o se escribe.
Y vino de la mano la eterna pregunta, ¿Y que hago yo aquí?, y pedí, que mi realidad fuera la del escritor, pedí escribirme, para conocerme, para inventarme, para no perderme, para morir y poder seguir gritando desde mi tumba.
E hice una promesa bajo la luna, la misma que me mira hoy, que nunca mis palabras iban a quedar flotando, que siempre las haría descansar en el papel, que no se revolverían con mis cenizas, prometí dejarlas aquí, para ti, para el que fuera, para que se escuche el rumor de mis recuerdos y lo que fue de mis pensamientos, y pedí permiso de existir, y de mi preñez nacieron mis hijas las palabras, son mi herencia y descendencia las que van hablar de mi cuando me vaya.
María Paz
Muy bueno, para no variar las puntadas que le pones al ultimo son como la cereza en el pastel me dejan marcando ocupado,jaja
ResponderEliminarun beso
Mich