domingo, 2 de septiembre de 2012

Resquicios

María acaricia la espalda desnuda del hombre que duerme a su lado, conoce de memoria cada palmo de su piel, cierra los ojos y aspira el olor de su cuerpo que va llenando todos sus orificios, y es cuando el deseo revive en sus entrañas, lo ama como nunca amó a nadie, con el nació bajo las yemas de sus dedos.
Inicia el despertar de la pasión, sin apenas pensarlo sus ojos se clavan en la argolla que luce su dedo anular, suspira y con un dejo de malicia, se quita la sortija y la desliza  debajo de la almohada, ya sin ataduras evidentes y llena de placer da rienda suelta a su libertad.



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