viernes, 23 de marzo de 2012

Desliz

Decidí que fueras mi tiempo, como se decide que te gusta comer ó a que te quieres dedicar. Me fui adueñando de los minutos que componían tus horas a estas las convertí en días y los días en la suma que ahora compone nuestra historia.

Me dije que te debía amar, que no seria difícil convencer a la razón para que esta manipulara al corazón y juntas crearan la ilusión del enamorado ciego que no ve defecto, que idealiza, que embellece los momentos, que ve a futuro y hace de su amor una bandera contra el irónico destino que se burla porque sabe que nada es eterno, y se hace el tuerto y con el ojo bueno solo ve una verdad a medias, el ojo que falta la inventa.

El tiempo fue pasando, yo podía haberte matado a punta de atenciones: tu comida favorita siempre en la mesa, deliciosos postres dignos del mejor gourmet. Lavaba tu ropa dejandola impecable, limpia, planchada, zapatos lustrados, la casa en orden llena de flores. Yo la mujer perfecta siempre dispuesta para ti, cuando me quisieras, envuelta en tus fantasías vestida en pieles negras ó en pequeñas faldas escocesas.

El deseo nos unía a cualquier hora del día dejando nuestras sombras fundidas en todos los rincones de la casa, éramos dueños de los espacios como dueños uno del otro.
Tus amigos los míos, tu familia la de los dos, tus gustos ahora nuestros, yo me iba difuminando, tu cada vez más intenso.

Yo te daba todo lo que era y Tu, Tu me dabas dinero a manos llenas, el amor se te fue acabando, tu dinero me fue llenando, tanto que no me acuerdo cuando deje de esforzarme por quererte y empece a querer todo lo que podías pagar, ya no me importaba que me dejaras noches enteras sola, ya no me importaban tus camisas llenas de mimos rosados. Tenía el poder de tener sin tenerte, así me fui acostumbrando a ser feliz, a necesitarte solo para estirar la mano, y me dije mil veces que esto era vivir, y todo me reía porque lo que había fuera de mi me hacia sentirme bien, adentro cientos de cobijas aplacaban el frío que luchaba por salir.

Las decisiones se toman en un segundo y se pagan el resto de la vida, yo te estaba cobrando lo que había decidido pagar.

Hasta que llegaste tu y me enseñaste lo fácil que es caminar en suelos azules, lo difícil que es amar con paciencia, porque ya no hay cabida para la cordura, porque tu vida que corre en mis venas me da la fortaleza para ser una mejor persona, a pesar de tenerme cariño así, de imperfecta como soy.
Porque esta orgía de sentimientos lucha contra mi sensatez, y me pide florecer cada vez que siembras en mi cuerpo, porque eres lluvia que quema dejando mi piel desbastada, talada de viejos recuerdos que ya no saben a nada porque nada soy si no eres tu quien puebla mi memoria.

¿Qué explicación hay para el amor?, para esta dicha cargada de dolor por tenerte a medias a destiempo y en medio de un mundo que era mío y ahora desconozco.
Y me obligas a reconstruirme cada vez que descoso mi piel a la tuya, y llego a casa y me descalzo pisando la alfombra que es la tierra que mejor conozco, al mismo tiempo que voy despellejandome de la ropa que huele a ti. Me miro en el espejo plena con vestigios de tus manos, de tu aliento, del ultimo temblor donde me dijiste todo, donde prometimos no separarnos, sonrío sellando el trato.

El ruido de la regadera me impacta con la realidad, lentamente el agua que corre por todo mi cuerpo decide bautizarme, porque ya no soy la misma mujer, porque la que antes era se muere y se diluye en remolinos que se ahogan en la coladera.

Escojo un vestido provocativo, nada de ropa interior, esta noche seré yo, te diré que solo importa el amor, que este todo lo puede y me iré contigo, luego, me marcharé sin decir adiós.

Mañana, seguiré pagando por mi felicidad esa que Tú, no me puedes comprar.

martes, 6 de marzo de 2012

Escucho tu aliento

Hace tiempo que los observo, y de todos eres Tú, quien llama más mi atención.
Me gusta verte correr en el jardín de la casa, ver como esos ojos tuyos que parecen rendijas se agrandan cuando la boca negra de tus pupilas se come la luz azul del cielo, y el blanco de sus nubes, y las manchas verdosas que bailan en los árboles.

Como tus manos pequeñas y regordetas acarician la cobija verde de la tierra, y tus dedos abren hoyos hasta llegar al color cafe, y encontrar mariquitas que tiemblan antes de sentir el apretón de tus dedos, que las hacen explotar, para que tu rías a carcajadas con esa risa chueca, donde cuelga un pequeño hilo de baba que empapa tu barbilla y encharca tu ropa a la altura del pecho.

Corres, corres con los brazos extendidos queriendo estrujar al viento, mientras le cantas el himno a la alegría que es la canción que te sabes de memoria, y tu nariz se infla de vida y se desinfla de contento, mientras Laurita tu nana te grita, porque no te alcanza.

- ¡Vivi, Viviana no corras te puedes lastimar!.

Yo canto contigo, y percibes mi apestoso aliento, lo noto porque se te eriza la piel, cierras los ojos, y quedas vibrando como campana. No me acerco me da miedo que me reconozcas y tu mirada se vuelva torva y me puedas ver.

Las acompaño a la casa siempre a distancia, Nadia abre la puerta con el reproche en su mirada, te da un beso helado que se derrite en tu cachete, sueltas la mano de Laurita y subes de dos en dos las escaleras, te pierdo de vista, la voz de tu madre me distrae, me concentro tanto en su boca, que bella es!, todo en ella es perfecto, sus labios carnosos, su nariz pequeña delineada por el escarpelo de un cirujano, ojos grandes enmarcados por unas enormes pestañas, cejas finas. Laurita la envidia, tiene celos de su cara de sus pechos redondos, de su estrecha cintura, de sus enormes gluteos, ¿A cuantas operaciones se habrá sometido para lograr este aspecto?.

Nadia detesta como la mira esta mujer, siente que tantea su vida hurgando en su interior para agrandar ese agujero minúsculo que deja ver su egoísmo, su vanidad, el desprecio que siente por esa hija enferma a la que no ama y de la que gustosa se quisiera deshacer.
Y que fea e insignificante es, parece un ratón asustado con esos lentes de fondo de botella y ese bigote que le da un aire de suciedad. Nadia no se deja engañar por ese aspecto débil, por ese olor a santidad, sabe que en el fondo se esconde un monstruo de varias cabezas, un ser acomplejado, y perverso capaz de cobrarle a la vida lo que cree que le pertenece, se ha dejado sobornar por ella dos veces, pero no habrá una más, Roberto ha decidido actuar, acabar de un vez con esta mosquita muerta.

Llevo un rato recorriendo los pasillos de sus pensamientos y me aburro, son tan iguales y tan diferentes, vacías, egoístas, deslumbradas por alcanzar una felicidad sostenida por alfileres. Un gesto caprichoso del azar podría costarles la vida, y las tendría aquí conmigo arrepentidas y deseosas de volver a nacer.

Un rayo de sol llama mi atención, me gusta ver como entra por la ventana y cae liviano sobre las dos mujeres, si pudieran apreciar la belleza de la energía que de ellas se desprende, la explosión de color y tonos que cambian según sus emociones, si pudiera tocarlas con la punta de mis dedos y sentir la suavidad y el calor de su piel, la vida que les corre dentro.

Durante meses he rondado esta casa, y no alcanzo a comprender ¿Quien me llama?, oigo mi nombre en los labios de tu padre, de tu madre, de Roberto su amante, de Laurita, de lo tuyos no Viviana, tu ni siquiera me conoces, por eso me gusta velar tus sueños, y sentir tu vida y sentirte viva y a través de ti respirar y mirar con tus ojos, y sentir con tu piel, y tu cuerpo perfumado de si mismo mitigando mi hedor, y quedo abatido de tanta vida que se te desborda. Me llaman Viviana.

- ¡No te vayas Nadia no nos abandones!, Laurita me ha contado todo se que tienes un amante, ¡por favor!, estoy dispuesto a perdonarte a darte todo lo que quieras, ¡tu hija te necesita, yo te necesito!.

- No me fastidies Ignacio y deja de apuntarme con esa pistola no te tengo miedo, estoy harta de aguantarte de fingir que te amo, estoy cansada de Viviana de no tener una hija normal, quiero ser feliz, quiero vivir, no pienso pasar un solo día más unida a las dos personas que más detesto.

Me pregunto ¿En los ojos de quien me veré?, es difícil saberlo, dos cuerpos forcejean, luchan, solo un minuto eterno y la explosión de un disparo, luego el silencio herido por tu grito Viviana, y te veo rodar la escaleras, y me veo en tus ojos y recorro contigo ese camino doloroso que los lleva del asombro al miedo, porque me ves y me reconoces, y no quieres morir, y me acerco a ti y te tomo entre mis brazos y te pido que no temas, mientras tu memoria y tu sangre se vacían, y tu piel de mármol me pesa tanto, como me pesa tu angustia, y tu olor se mezcla con el mío, y escucho tu aliento, y tus latidos luchan desaforados por bombear un liquido que huye de un cuerpo casi abandonado, porque tu alma se empieza a diluir y a fundirse con el tiempo, y de ti solo quedara el recuerdo.

Te estrecho fuerte, no quiero lastimarte, el temblor ya va a pasar, quiero evitarte mas dolor, relajate, no te aferres, respira hondo, no me mires así, no hay nada que entender Viviana, no hay nada, nada.