Nicolas
Mi abuela desde antes de nacer se llamaba Nico. Cuando mi tatarabuela Mikaela tuvo una niña, no hubo excusa para cambiar el nombre ya escogido meses atrás, no sirvieron de mucho los ruegos que Mikaela le hacia a su marido, cuando se avecinaba la fecha de el bautizo.
_ No se diga mas Mikaela, Nico se va a llamar no me importa que haya salido vieja.
Mikaela a base de penitencia y de hostigar un mes entero al padre Juan, logró que este convenciera a mi abuelo para ponerle a la niña dos nombres cristianos, uno de mujer y otro de hombre, no vaya a ser que la criatura muera y no pueda entrar al cielo por burlar a San Pedro.
Así mi abuela que nació Lola fue toda la vida Nico, Yo crecí convencida de que su nombre era Nicolasa, hasta que en su lecho de muerte me susurro al oído.
_ Yo siempre quise que me llamaran Lola.
Por eso lloré amargamente cuando en su lápida pusieron Nicolas. Al nacer mi hija, la llamé Lola y cada vez que pronuncio este nombre siento que le regreso a la abuela un pedazo de vida que al nacer su padre le robo.
Sangre entintada
Quiero que las palabras me abran las venas, para que las letras entren en mi sangre y recorran todo mi cuerpo quiero emborracharme de puro sentimiento, mirada doble, cuerpo lento, un alma meciéndose en gozo extremo, bebiéndose la vida a base de sorbos de palabras, que caen pesadas, que traspasan que tocan con sus dedos de tinta un corazón de puro papel.
Justicia divina
Si pudiera poner de cabeza al tiempo, le haría creer al pasado que nunca existió y empezaría mi vida justo en el momento que te corrí de la casa. No podía perdonartelo hace menos de una semana te lo había advertido.
_ Oyeme bien Justino si vuelves a venir tomado no te dejo entrar en la casa me oyes, ademas estas curado hiciste una promesa ante Dios y con él no se juega.
Te restregué el papelito de la manda en la cara, a ver si su olor a iglesia y santidad te hacían recapacitar.
Un mes para ti fue suficiente para mostrar una incipiente devoción y un arrepentimiento comprado por unos cuantos pesos.
Por eso cuando hoy en la madrugada te abrí la puerta y vi tu cara de aquí no pasa nada conteniendo una respiración que nadaba en alcohol. Te corrí, estuve a punto de arrepentirme cuando al caminar dos veces te caíste.
Mi enojo y tu borrachera me dieron insomnio, el llanto de un par de sirenas me crisparon el alma y me nublaron el cuerpo. Una hora después sonó el teléfono, no lo contesté yo ya estaba lista para irme por ti a la SEMEFO. Si pudiera emborrachar al tiempo, le diría que la vida no es justa Justino porque tu estas bien muerto y yo también pero de puritito arrepentimiento.